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“Y aun otra cosa os diré de cuanto allí aprendí:

donde hay vino de Toro, no beben de baladí.

Desde que partí de ellas, todo este vicio perdí,

quien a monjas no ama, no vale un maravedí.”

Arcipreste de Hita.

Por Pablo Calvo. Historiador de Arte.


Como un cuchillo rasgando un lienzo, así suena todavía el vino de Toro cayendo por los tragaderos de un extranjero. Pero suave como el agua cae por la garganta de un acostumbrado toresano a orillas del río Duero…Sobre todo, si ese toresano era Fray Diego de Deza, quien jugó un importante papel en la primera llegada de los españoles a América. Este teólogo dominico, que fue, entre otras funciones, arzobispo de Sevilla y confesor de la reina Isabel, tuvo mucho que ver en la mediación entre los monarcas católicos y Cristóbal Colón para la ya conocida finalidad de encontrar otra ruta hacia lo que ellos pensaban que eran las Indias. Pudo haber sido Deza quien sugiriera el nombre para la carabela más veloz que tenía Colón, la“Pinta”, un apelativo que le venía muy a colación por ser una frecuente medida de vino en la época, y cuyas bodegas fueron específicamente cargadas con buenas barricas de este vino.


Sea como fuere, lo cierto es que el caldo de Toro participó en tamaña hazaña de exploración, calmando a sedientos, alegrando a tristes y curando a heridos durante esta larga e incierta travesía. De esto último se deduce, por cierto, la habilidad de este vino para conservar su alcohol y sus cualidades durante largos períodos de tiempo, y bajo circunstancias extremas de humedad, conservación y vapuleo. Hasta ese punto era tan bien considerado el vino de Toro, que incluso, bien entrado el s. XVII, siguieron exportándolo a las colonias españolas allende los mares.

En Toro 1505, durante los preparativos de las Cortes que en esta noble y leal ciudad se iban a celebrar, el rey don Fernando convocó a la Junta de Navegantes, concurriendo, además de algunos familiares de Colón, el italiano Américo Vespucci, quien recibió Carta de Naturaleza Castellana a su favor, y de cuyo nombre derivó después el del nuevo continente conocido. Por esta razón,Bodegas Díez Gómez rinde homenaje al continente hermano a través de este ilustre castellano que pone título a algunas de sus etiquetas más preciadas: “Américo”.


Durante gran parte del s XIX, el vino de Toro fue exportado en ingentes cantidades a Francia, donde se intentaba suplir la falta de caldos que había provocado la terrible plaga de filoxera. En 1932 un Decreto de la II República Española ya mencionaba la Denominación de Origen toresana, y unos cuarenta años más tarde ya se dan pasos más largos para la creación de la que hoy conocemos como D.O. Toro, cuyo establecimiento y consolidación se haceefectivo en 1987. Hoy en día, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Toro asegura la calidad de más de 60 bodegas y productores, llevando a estos vinos a ser fichas principales en el gran tablero de la cultura vinícola nacional e internacional y exponiéndolos a la crítica profesional de unos y otros.

Y es en este paisaje, donde vio la luz el proyecto enológico Bodegas Díez Gómez, como resultado de las inquietudes y afectos de un emprendedor matrimonio: Óscar,un entusiasta de todo lo relativo al vino, a la historia de Toro y a la coctelería (esto último bajo la innovadora idea Wine Mixology, que trata de maridar la ancestral bebida de la uva con tragos modernos y originales),y Laura, su compañera de vida y obra, y una febril apasionada del folclore, de la indumentaria tradicional y del baile regional zamorano, la jota. Esta miscelánea resultante, junto al amor por la tierra, por la cercanía del producto, la gastronomía, la hostelería, el arte, las gentes y sus singularidades, dieron forma a la sencilla filosofía de vida y de negocio de Bodegas Díez Gómez: “Baila, Vive, Bebe...


La línea de operación de Bodegas Díez Gómez basa gran parte de su producto en el vino, cuyo origen está auspiciado por una agricultura integrada y respetuosa con el entorno. Son siempre uvas de Toro, en cepas familiares de vaso tradicional, plantadas en suelos diversos de secano, normalmente con arcilla, cascajo y arena, y que reciben una vendimia a mano.


Dos sellos son los principales en vino de Bodegas Díez Gómez. En un rincón de esta familiar bodega se almacena el caldo Jota de Tō, cuyas etiquetas Crianza y Viuda Rica son los puntales que decoran las bellísimas botellas borgoña, inspiradas en la festividad, la amistad y la alegría que transmite el tradicional baile de Zamora, la Jota.


El primero, recibe una crianza mínima de 12 meses en barricade roble francés (80%) y americano (20%), ambos de tostado medio.Tiene una capa alta, rojo picota con ribetes granates. Notas de frutas negras, arándanos y ciruelas pasas, con expresión de uva madura, estructurado y con notas de tostados de madera bien integrada, como cacao y café, pero conservando frescura. Estructurado y con peso en boca, muy redondo, de tanino maduro y carnoso, intenso, complejo y elegante. Indicado para platos de carnes contundentes, carnes asadas o a la brasa, guisos, platos de caza, quesos curados y embutidos ibéricos.


El segundo, otro éxito, un caldo “premium” para muchos, que procede de viñedos familiares en pie franco, anteriores a la filoxera, con una edad cercana a los 140 años, en suelos arenosos y canto rodado o cascajo, sin apenas tratamientos y que es criado con mucho mimo entre 16 y 24 meses en toneles franceses y americanos sin estrenar. En este se notan frambuesas, grosellas, zarzamoras y otras frutas de algún bosque, así como finas especias, pimientas y clavo, con recuerdos de sutiles tostados, finos y profundos como cacao, café y tofe. En boca es amable, estructurado, de taninos maduros y carnosos, licoroso, complejo, profundo y elegante. Es decir, óptimo para servirlo con guisos de caza, carnes grasas, a la brasa, asados, chocolates, incluso como copa de sobremesa.


Y en la otra parte de la bodega, y entroncando con la relación Iberoamericana, se conserva el producto Américo, su vino más demandado, empaquetado en bordelesas y que trabaja tres de sus recipientes con 100% Tinta de Toro (Joven, Roble y Crianza) y uno con 100% verdejo, mantenido este sobre sus propias lías durante 3 meses y de un magnífico y limpio color amarillo pajizo. Un verdejo vivo, fresco y estructurado, perfecto para tomar con aperitivos, pescados o mariscos.


La etiqueta de todos los envases de Américo ha sido acertadamente diseñada por el artista toresano Carlos Adeva, y está inspirada en los mencionados viajes de "La Pinta"con su bodega cargada de vino de Toro, recorriendo aquellas rutas cartografiadas por Vespucci.


El Américo más Joven de la bodega sale de una uva despalillada y estrujada levemente, con maceración corta, no superior a 10 días, una fermentación controlada a baja temperatura menor de 24ºC en acero inoxidable, concentrando la frescura y los aromas primarios varietales de la uva Tinta de Toro.



El siguiente Américo, el Roble Español, pasa un mínimo de 7 meses en barricas de roble de este país (60%) (40%) de roble americano. Se elabora tradicionalmente con fermentaciones no superiores a 25ºC, maceración y fermentación en depósitos de acero inoxidable, remontados en las mencionadas barricas y realizando trasiegos. En él se perciben frutas del bosque, aromas a vainilla y sutiles especias, láctico, glicérico, redondo, untuoso y goloso.


El Crianza de Américo pasa 12 meses en toneles de roble francés, español y americano y es perfecto para carnes contundentes, asadas o a la brasa. Se selecciona la uva, se despalilla y se estruja levemente. La maceración y fermentación es en depósitos de acero inoxidable, remontados y se cría en dichos toneles realizando varios trasiegos.


Delicias líquidas, en definitiva, que Bodegas Díez Gómez pone a disposición de los consumidores, legos o expertos, de todo el mundo. En el caso de Iberoamérica, no es de extrañar que, después detodo este relato de medievales viajes transoceánicos, del comercio entre países hermanos, y bajo el paraguas de importantes Consejos y Federaciones de comercio y emprendimiento, haya algunas entidades firmemente interesadas en diversificar sus negocios y abrirle mercado a estapequeña bodega toresana, cuyos vinos, por variedad y calidad,están siendo recibidos con los brazos abiertos.


Es el caso de Grupo Quezada, en Ecuador, cuyo CEO y presidente de AJE Ecuador, Weldyn Quezada, presidió en Machala en 2022 el acto de lanzamiento oficial de su nueva línea de negocios QWINES, un proyecto nacido con el afán de compartir los vinos europeos con todo Ecuador, y al mismo tiempo de aportar valor a la cultura vinícola del territorio ecuatoriano. Gracias a eso, y de la mano de QWINES, las botellas de Jota de Tōy Américohan llegado ya al “país de los cuatro mundos” mostrando en su original etiquetado los acreditativos logotipos delConsejo de Empresarios Iberoamericanos (CEIB) y de la Federación Iberoamericana de Jóvenes Emprendedores (FIJE).


Más información en www.bodegasdiezgomez.com

¡Mil carabelas lleguen a mil países cargadas con vino de Toro!

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